viernes, 15 de abril de 2011

Los cortes de luz llevan la impotencia al mercado de abastos de La Barca

diariodejerez.es

Hasta la verdulera se lleva las fresas a la nevera de casa para que no se pudran · Las fotocopias del Ayuntamiento se hacen en el centro cultural, que milagrosamente tiene suministro
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El corte eléctrico deja sin cámaras a unos comerciantes que barajan cerrar sus negocios. / Miguel Ángel González
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Panorámica captada ayer de la peculiar y coqueta plaza de abastos de La Barca.
El secretario del Ayuntamiento de La Barca, José Antonio Valenzuela, sabe a la perfección a qué infraestructuras o dependencias municipales puede quitarles Endesa el suministro eléctrico. Y a cuales no. "Puede quitarle la luz al Ayuntamiento, a las pistas deportivas y otros servicios, pero jamás a los centros educativos ni al alumbrado público. Eso sí, si se le debe dinero la compañía eléctrica puede negarle el primer enganche a un alumbrado de nueva implantación".

En los ayuntamientos pedáneos se saben a la perfección esta normativa, tal y como el moroso sabe que si le embargan los bienes que posee en su casa siempre le dejarán, por ley, una mesa y tantas sillas y camas como personas allí habiten. Es lo que tiene haber sufrido cuatro cortes del suministro eléctrico en apenas dos años. De todo se aprende. De la oscuridad forzosa también.

La fachada del Ayuntamiento de La Barca está presidida por una pancarta en la que se lee la leyenda "¡Pilar, paga ya!" en clara y directa alusión a la alcaldesa de Jerez. Bajo la pancarta, en la puerta que conduce al interior de las oscuras dependencias municipales, Roque Valenzuela, el alcalde, ha colgado fotocopias de las cartas entregadas en la Alcaldía de Jerez y en las que exige al Consistorio matriz que pague las transferencias que hasta el momento no han sido ingresadas y que ascienden a un montante global de 724.500 euros.

En La Barca, mientras tanto, han aprendido a buscar luz donde no la hay, sobre todo, para atender a esos vecinos a los que un nuevo corte de suministro no puede paralizarles la gestión de una ayuda o de un importante trámite burocrático. "Por ahora estamos utilizando las instalaciones del Centro Cultural, que siguen con luz, para tramitar certificados de residencia y de convivencia haciendo allí las fotocopias". Dicho Centro Cultural y las dependencias de la Policía Local son las únicas de toda La Barca que aún tienen corriente en sus enchufes. Ayer mismo, en el edificio consistorial, la batería que mantiene con vida la centralita telefónica daba las últimas boqueadas con un pitido que anunciaba 'muerte' inminente.

Bajo el techo del Ayuntamiento de La Barca trabajan seis personas que ayer esperaban pacientemente a que llegara la hora de marcharse a casa a las tres de la tarde. "Todo aquello que huele a contador puesto a nombre del Ayuntamiento de Jerez ha sido cortado", destacan en el consistorio de la entidad local.

Quienes menos han debido sufrir el corte eléctrico han sido los guardias civiles de La Barca. El cuerpo de guardia del cuartelillo pedáneo se quedó sin luz si bien, rápidamente, la Benemérita hizo saber a Endesa que un servicio de esta importancia no podía quedarse sin energía. No en vano, en La Barca se gestiona buena parte de la seguridad de la enorme y casi inabarcable zona rural de Jerez.

Hablar con Roque Valenzuela fue ayer posible, pero poco recomendable para la salud del regidor, que se recuperaba en una de las habitaciones del hospital general de Jerez de una intervención de cirugía abdominal. Fue el secretario municipal, José Antonio Valenzuela, quien aseguró a este medio que desde Endesa les han anunciado que la luz volverá a ser enganchada en cuanto se ingresen 50.000 euros. La pelota, una vez más, está tanto en el tejado como en el menguado bolsillo del Ayuntamiento jerezano.

Sin duda alguna, los barqueños que más están sufriendo el apagón de las instalaciones municipales son los comerciantes de la plaza de abastos de La Barca, una minúscula pero coqueta instalación de mediados de los años 70 ubicada en la margen derecha del pueblo. Ana Mairena, co-propietaria junto a su esposo de la verdulería del mercado, no puede contener las lágrimas cuando se le pregunta en qué forma le está afectando el apagón. "Debo tirar entre dos y tres cajas de verduras y frutas al día", confiesa mientras solloza. De esta singular 'quema' que ha dejado sin electricidad a su cámara frigorífica tan sólo se salvan las fresas, el género más caro, que cada tarde la frutera se lleva personalmente al frigorífico de su casa para, de esta forma, evitar que se echen a perder.

Ana Mairena, una vez más calmada, asegura que está dispuesta a hacer cuanto esté en su mano para que le coloquen un contador que mida su consumo eléctrico, más que nada para evitar que situaciones como la actual vuelvan a repetirse. El contrato que mantienen en la actualidad es, cuando menos, peculiar. No en vano son los propios comerciantes quienes se encargan de la limpieza de las instalaciones a diario y hasta de pintar el mercado cuando es necesario. Todo ello, mediante el pago de 400 euros anuales en los que se incluye el pago de la luz y el agua. "Ha llegado a darse el caso -destaca el esposo de la frutera- de que las hormigoneras que se han utilizado para las obras de la calle han estado enchufadas al mercado durante todo el día".

Es en el mercado donde la pescadera y Luisa la florista destacan que desde el Consistorio barqueño ya les han advertido que "esto puede ir para largo, ya que han llegado a decirnos que aunque en unos días se solucione no quita para que en breve vuelva a suceder exactamente lo mismo".

La pescadera es la menos afectada, ya que dispone de cámara propia, mientras que la florista hace tiempo que descartó la venta de la flor cortada al necesitar ésta refrigeración para su mantenimiento. La peor parada, como ha quedado dicho, es Ana, la verdulera, quien para colmo de sus males recuerda que a veces tiene ganas de tirar la toalla. No en vano, el mercado se asienta en una tierra eminentemente agrícola y "hay casos de vecinos que llegan a vender productos de sus huertas en sus propias casas y, a veces, hasta los regalan". Las perspectivas no pueden ser más pesimistas.

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