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25.07.10 - 00:08 - ILDEFONSO CÁCERES
Ignoro en qué estado pueda hallarse a estas alturas el alcalde de La Barca de la Florida, don Roque Valenzuela, quien en el mediodía del pasado jueves comenzó su particular huelga de hambre, como protesta ante el hecho de que el Ayuntamiento matriz, esto es, el de Jerez de la Frontera, debe al Ayuntamiento que preside en torno a 250.000 euros.
Aunque esta cifra es una cantidad que a priori podría parecer poco importante, dado el nivel de endeudamiento de las arcas jerezanas, convendrán con este cronista en que, esos más de cuarenta y un millones y medio de las antiguas pesetas, seguro que suponen la propia supervivencia del ayuntamiento de La Barca, cuyo Alcalde declaraba que sólo en suministro eléctrico, adeuda unos 45.000 euros, amén de los salarios de los trabajadores que prestan sus servicios, que también tienen derecho a cobrar puntualmente.
Evidentemente, no es un tema nuevo el que nuestro Ayuntamiento se atrase en sus pagos. Basta pasear cualquier mañana por la calle Consistorio y preguntárselo a los centenares de trabajadores municipales que, cacerola en mano, protestan ante las puertas de la Casa Consistorial en demanda de algo tan básico y necesario como es el cobro del salario mensual.
Sin embargo, no es a las deudas del Ayuntamiento de Jerez a lo que hoy quería dedicar estas líneas, sino a la manía que últimamente se ha impuesto en nuestra comarca por inclinarse, a la hora de efectuar una protesta, por la huelga de hambre. Es éste un método que en la zona ya utilizó hace años el responsable de CC OO, José Manuel Trillo, y a la que recientemente han acudido un par de parados en demanda de un puesto de trabajo, siendo el alcalde pedáneo el último en dejar de comer, como forma de protesta, para que el Ayuntamiento jerezano se ponga al día.
Es lógico preguntarse ¿qué ha sido de las formas tradicionales de protesta? La manifestación con su pancarta en cabecera, el encierro en las iglesias, las pintadas en paredes y mobiliario urbano, el boicot de las cerraduras con silicona o el tradicional corte de tráfico en cualquier calle de la ciudad, son métodos de protesta que están cayendo en desuso en la campiña jerezana, en beneficio de la huelga de hambre que, quizás por moda, tal vez por el impacto que causa a la opinión pública o, a lo mejor por la operación bikini u otra causa que no acierto a comprender, se ha alzado en el ranking de métodos de protesta frente al Ayuntamiento de Jerez.
Ignoro que pueda tener doña Pilar, alcaldesa jerezana a la sazón, que invita a protestar contra ella dejando de comer. Desconozco qué efecto psicológico causa la visión de nuestra regidora que lleva al abandono de la manduca. Mas, sea lo que sea, adivino que existen otras formas de protestar acordes a los tiempos en que vivimos y, sin ánimos de desmoralizar al alcalde 'barqueño', es de cordura recordarle que, según los entendidos, una persona en huelga de hambre que únicamente ingiera agua, puede mantenerse entre sesenta y ochenta días. Este plazo puede alargarse hasta los tres meses, en caso de que el huelguista tenga un metabolismo normal y un peso superior al que le correspondería en función de su edad, talla y sexo (ventajas de ser gordito). Pero lo cierto es que la huelga de hambre comienza dañando el hígado y los riñones, y termina afectando al sistema circulatorio y al cerebro. En caso de que se insista en no ingerir alimentos, la falta de éstos acaba por hacer perder al organismo todas sus funciones vitales, por lo que la muerte se produce tras un indeterminado período de estado de coma.
Así que, señor Valenzuela, mostrándole mi total apoyo, pues sé que sus reivindicaciones son de todo punto justas, le animo a que se venga para la calle Consistorio, donde cientos de trabajadores estarán encantados de aporrear sus cacerolas con usted, frente a la demostrada ineptitud económica de quien nos gobierna. De paso, en la misma esquina, el Bar Adeli es parada obligada para tomarse una copa de Jerez y una buena tapa que, seguro, su organismo le agradece.
Por cierto, feliz agosto, que este cronista se va unos días de vacaciones. Así que nos escribimos de nuevo en septiembre...
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